Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 8 de abril de 2013

Troll (1986). Lo que da de sí un decorado y unas marionetas

 


Cuando la infografía y los efectos especiales no estaban ni proyectados, no quedaba otra que filmar gracias a todo tipo de trucos, desde muñecos de goma a marionetas pasando por un chroma que no se notara mucho (si había suerte), y estos efectos son hoy la parte más reconocible del cine de serie B de los ochenta. A una productora, la Empire, se le ocurrió aprovechar lo poco exigentes que somos los aficionados al terror para empezar a sacar todo tipo de películas con muñecos asesinos, monstruitos a los que solo se le ve la mitad, como a los teleñecos, y más jeta que presupuesto. Pero muy de vez en cuando aparece un diamante entre el barro, y sí consiguieron una película no solo memorable, sino de una calidad superior al resto.


Si me dieran un céntimo por cada poster en el que sale una puerta entreabierta, ahora tendría para irme a desayunar fuera

Troll empieza narrando una historia bastante simple: una familia se muda a un nuevo apartamento, y no se han terminado de bajar del camión cuando la hija pequeña del matrimonio se encuentra con un troll en el sótano de la lavandería, que la secuestra y se hace pasar por ella como si fuera un changeling. El único que empieza a notar que el comportamiento de la niña es muy raro es el hermano mayor, que, como muchos de los protagonistas en el cine de los ochenta, es un frikazo aficionado a las películas de monstruos clásicas y a los comics. Mientras sus padres siguen sin enterarse de nada (lo que no es muy difícil, porque son bastante atontados ellos), el troll irá convirtiendo cada apartamento, y a cada uno de los vecinos, en un bosque y en otros trolls. Solo uno de los vecinos, una señora un tanto extraña, es la que se ha dado cuenta que algo pasa y está dispuesta a ayudar al chaval a recuperar a su hermana y acabar con estas hadas tan poco simpáticas.



En una película que va a necesitar bastantes efectos especiales y decorados, lo primero que salta a la vista es la cutredad de esta: el troll sale muy poco porque suele mantener la apariencia de la niña secuestrada, y eso que este es el más conseguido de toda la película. Porque el resto de monstruitos que aparecen son bastante atroces: unos cuantos muñecos, unos alambres que les muevan las bocas, y unos cuantos helechos de cintura para abajo para que no se note que, directamente, no hay bichos ni presupuesto. Es una suerte que se le ocurriera lo de los apartamentos para disimular un poco, aunque hay que reconocer que no es de las peores que ha llegado a sacar esta productora, y que, aunque se note la falta de medios al compararlo con otras películas que incluyen marionetas, llega a ser muchísimo mejor compara con otras que sacaron varios años después.

 

Con semejantes atontados no me extraña que se les cuele un troll en casa

El desarrollo del argumento tampoco es muy coherente, y se nota bastante que quieren que la historia empiece a funcionar cuanto antes y se resuelva pronto: los vecinos que aparecen en el edificio son estereotipos pensados para hacer un chiste ocasional y que desaparezcan cuanto antes convertidos en goblins, exceptuando dos de ellos que sí resultan sorprendentemente interesantes. Lo de los padres de los protagonistas también es para darles de comer aparte, porque más que alivio cómico, no hacen nada de nada excepto preparar los desayunos y mandar a los niños a dormir.


Yo avisé de antemano: estos tíos, Jim Henson no son

Aunque cutrerío tenga de sobra, no es una película mala en absoluto, sino que ha envejecido muy bien gracias a un guión que, con sus fallos y todo, tiene muchísimos más matices de los que se podría esperar en una serie B de este estilo: hay referencias al poema de Faerie Queene, el personaje del troll tiene un comportamiento más coherente que el de un monstruo de película de terror cualquiera y es capaz de mostrar compasión o pensar a más largo plazo que el típico “dominar el mundo”, e incluso hay un par de chistes mucho mejor llevados, como el que la compañía de mudanza se llame “Starving Students” o los trozos de película de marcianos que el niño protagonista ve en la tele. La niña protagonista, que salió en la serie antigua de V, cumple muy bien en su papel de troll, alternando las típicas secuencias

Hay que tener en cuenta que Troll no es precisamente una película de marionetas de Jim Henson, por lo que va a tener bastante limitaciones, pero funciona muy bien como película para toda la familia sin que esté planteada exclusivamente para el público infantil, es divertida y no se hace pesada. Además, tiene algunos detalles que vistos a día de hoy son un poco desconcertantes:

- El niño protagonista se llama Harry Potter Jr.
- El modelo de sus zapatillas deportivas se encuentra hoy en las tiendas vendido como “retro”.
- El comportamiento de la niña, sustituída por el troll, es idéntico al de las criaturitas a las que la supernanny intenta domesticar en su reality.

¿Coincidencia, nostalgia de los ochenta, o previsión de futuro? Cualquiera sabe…

4 comentarios:

satrian dijo...

No la he visto, pero casi has picado mi curiosidad para hacerlo.

Renaissance dijo...

Tú mírala, aunque hace falta aguante ochentero.

Nof Low dijo...

La peli es muy entrañable y cuqui, jo. Me ha sorprendido ver una crítica de ella sin mencionar la gorra del Betis. Es casi, yo que sé, como escribir sobre Tom Cruise sin hacer referencia a su enanismo hipofisiario.

Renaissance dijo...

No la mencioné porque no había caído en el detalle, en las cosas de fútbol me fijo muy poquito (seguramente si hubiera referencia gatuna sí la habría pillado al vuelo). Además, creo que todavía estaba medio desorientada con la marioneta-seta que aparece en uno de los apartamentos.

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