Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 14 de enero de 2013

The Man with The Iron Fists (2012). Raperos, señores de hojalata y chinos con peluca


Los gatos. Primeros inventores de las artes marciales

Nunca entendí muy bien la relación que hay a menudo entre el rap y la estética de artes marciales, porque para visto por alguien desde fuera, no debe haber dos cosas más distintas entre sí. Después aparecen animes como Samurai Champloo o Afro Samurai para llevar la contraria.




Precisamente fue un rapero, RZA, el encargado de ponerle música al anime que protagonizaba Samuel L. Jackson, y se ve que esto de las películas de artes marciales le ha debido de gustar, o mismamente, ha decidido variar de los samurais a los guerreros chinos, porque no solo protagoniza, sino que también guioniza y dirige El Hombre de los Puños de Acero.



La historia intenta ser un homenaje a las películas de kung fu de los setenta, tanto a sus guiones como su estética. Eso quiere decir que no solo va a haber peleas sino que estas van a ser tal cual las de la época: coreografías imposibles y un tanto forzadas, caracterizaciones exageradas, actores sobreactuados y todo el personal buscando venganza. El protagonista es el herrero de un pueblo regido por varios clanes con nombres de animal (el Clan del Gato, por desgracia, no aparece. Seguramente porque se estaban echando la siesta) al que el gobernador envía un cargamento de oro que el Clan de los Leones debe proteger…Pero la avaricia rompe el saco, y el lugarteniente de este decide ascender y de paso, quedarse con los lingotes. Esto llevará a que el hijo del jefe vaya al pueblo a buscar venganza, el traidor contrate a un asesino a sueldo que se convierte en hombre de metal a voluntad y un occidental con intenciones poco claras llegue al pueblo ¿Y el protagonista? Pues en un principio tenía pensado marcharse de allí con su chica (una trabajadora de la casa de mala nota local), pero tras perder los brazos a manos de los malvados sicarios del León, decide vengarse también.


Eso rojo que sale en la foto no son pétalos de cereza precisamente

El punto de partida es una excusa para que todos los personajes se pongan a andar, o más bien, a repartir leña, pero esta es una de esas películas que tampoco necesita un argumento complejo: que sea básico, pero que funcione bien, y el resto se disfruta por su estética. Porque está pensada como una actualización del cine de kung fu visto por los occidentales, y ya los créditos de entrada dan fe de ello. Las peleas están pensadas para resultar imposibles y exageradas, pero a la vez, que se noten completamente irreales y que en los movimientos se noten que están controlados por cable, como en las películas más cutres de la época. Tampoco faltan escenas sangrientas, que no son especialmente bestias pero sí salen unas cuantas amputaciones y lluvias de sangre en pantalla.


Las caracterizaciones, otro tanto: pelucas cantosas, actores jóvenes con cejas blancas y, como se nota cual es el público objetivo de la película, unos cuantos trajes sugerentes para las mujeres luchadoras (que, aunque sus compañeros vayan con coraza, ellas con un corpiñito y unos shorts se arreglan), aunque también me ha sonado un poco, y muy de lejos, a la estética steampunk. O al menos, a cómo sería esta de haberse dado en China. El pueblo, en cambio, recuerda un poco a la típica ciudad del cine del oeste, con su ausencia de ley, el obligatorio burdel dirigido por la madame astuta, Lucy Liu en este caso. Todo ello montado con música rap y en el caso de las primeras secuencias, con la voz en off del protagonista explicando la situación. Por eso más vale que guste este tipo de música, o al menos, que se tolere, o de lo contrario, no hay mucho que hacer durante la hora y media que dura.


Mucha cara de estar luchando a muerte no tiene, no

Las interpretaciones son un poco limitadas: las escenas de acción recaen en los actores chinos que saben hacer lo que hacen (vamos, repartir estopa y poner cara de palo o de estreñido). A estas alturas Lucy Liu no falla cuando necesitan incluir a una actriz asiática haciendo de mujer malvada o voluntariosa, que lo de las artes marciales ya se soluciona a base de dobles. Rusell Crowe cumple pero está asombrosamente fanegas, y el rapero protagonista…bueno, es una suerte que la película sea bastante coral y que él acabe saliendo menos de lo que habla durante el metraje, porque pocas veces he visto a nadie tan inexpresivo sin contar a Kristen Stewart. Ah, y también aparece Dave Bautista como asesino con cuerpo metálico bastante resultón, pero él viene de la lucha libre por lo que experiencia en hacer teatro ya tenía.

Es extraño que una película de este estilo me guste, y más con las actuaciones un tanto cutres, pero tiene a favor cosas como una duración muy ajustada y un buen montaje. Es artificioso, exagerado e irreal, pero…algo tendría porque no me aburrí.

3 comentarios:

satrian dijo...

Como "Bunraku" me hizo pasar un rato entretenido, y no le pedía más porque es lo que quería ver en ese momento.

Ana. dijo...

A veces estas películas por su estética particular y por ser, en efecto, artificiosas, resultan teatrales y tan alejadas de la realidad que te gustan aun sin saber por qué exactamente. Es bonito, además, que le hagan un homenaje a aquellas películas de kung fu.

Espero que hayas tenido una maravillosas Navidades y que este nuevo años esté lleno de libros, películas, series y tu peludita contigo para ronronear complacida!!!

Besos!
Ana.

Renaissance dijo...

Satrian: sí, fue divertida, aunque la estética dirigida a un público más específico (eso sí, RZA que no salga más en pantalla).

La Minomalice: creo que gustan precisamente por el trabajo que han invertido en crear una estética completamente distinta, y no empaquetada para ser un blockbuster. Bunraku sigue siendo mi favorita en esto, pero esta última también fue divertida.

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