Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 15 de noviembre de 2012

Lecturas de la semana. Autopublicaciones y éxitos en Internet.


Minino, visiblemente mosqueado ante el aparato que le quita horas a su dueño

No todo el mundo tiene la suerte de ver su libro publicado y poder vivir de la venta de estos, pero gracias a internet, muchos han tenido la oportunidad de darse a conocer e incluso de tener el suficiente éxito como para poder vender unos cuantos ejemplares. En papel o en copia digital. Estos dos son algunos de los libros que se han dado a conocer de esta forma. Y sí, sospecho que tienen bastante más calidad que las Cincuenta Puñeteras Sombras


David Wong. This Book is Full of Spiders. Seriously, Dude, don´t touch It. El caso de este libro, o más bien, de su primera parte, ha sido de los de llegar y besar el santo. Hace tres o cuatro años, un comentarista de cracked decidió probar suerte escribiendo una novela de terror. Algo bastante extraño, porque este estaba especializado en artículos para una página satírica. Pero se ve que el horror es hermano del humor, porque su novela mezclaba a partes iguales un montón de elementos conocidos por los aficionados al género, como las dimensiones paralelas, los Primigenios (con otro nombre) y los monstruos con más brazos de los que deberían, y situaciones que en muchas ocasiones resultaban hilarantes por la inútil y despistado de sus protagonistas o directamente, porque muchas veces las secuencias más realistas son las que acaban provocando situaciones llenas de humor negro y sarcasmo.

John dies at the End tuvo la suerte de convertirse rapidamente en una película, dirigida por Don Coscarelli, un tipo que también es especialista en guiones raros, y que tengo bastantes ganas de ver. Su segunda parte no tardó, y tampoco me ha decepcionado. Aunque el primero se tratara de una narración cerrada, siempre hay opción a continuar con las aventuras de los protagonistas, algo fácil cuando viven en un pueblo con tendencia a que pasen cosas raras. A estos, en un principio, parece irles la vida algo mejor: carrera universitaria, un trabajo, y hasta una mascota. Al menos, hasta que unos insectos que solo los protagonistas pueden ver comienzan a anidar en el cuerpo de los habitantes del pueblo, convirtiéndolos en criaturas sin voluntad, con una gran agresividad y que se descomponen poco a poco. Con el gobierno planteándose acabar con la epidemia a base de pepinazos atómicos, los protagonistas tendrán que buscar una solución que no implique volar su ciudad por los aires.

El argumento puede no parecer muy original, pero tanto los personajes, como la forma de narrar, sí lo es, y desde luego, es la mayor ventaja que cuenta el libro. Tiene unas cuantas situaciones bastante horribles, y tanto los monstruos, como lo que les pasa a los protagonistas, es angustioso en muchos casos, pero todo ello se cuenta de una forma en la que se hace patente lo ridículo de la situación, y más de una vez, lo estúpido de los personajes. Porque el autor, además de ir narrando la historia, no deja títere con cabeza: los fanáticos de las armas y los paranoicos del fin del mundo, e incluso, los frikis aficionados a los zombies, no salen muy bien parados y en más de una ocasión, acaban provocando verdaderos desastres mucho peores que lo que podrían hacer los monstruitos que deambulan por el pueblo (entre otras cosas, es bastante cáustico con todos los flipados de la terminología militar y de los videojuegos de estrategia, que son los primeros en caer como moscas).

Sería difícil incluir este libro, y el anterior, en un género específico, más allá de los detalles humorísticos o la temática sobrenatural. No es una novela de crítica, porque en el fondo, lo que pretende es entretener, aunque mala leche le sobra (y se disfruta). Tampoco es completamente lovecraftiana, ya que por peligrosos que sean, es imposible tomarse en serio tanto a los monstruos como a muchos de sus antagonistas. Ni siquiera fantasía urbana, porque sus protagonistas, unos perdedores entrañables, no tienen ni la más remota idea de cómo acabar con los problemas si no es corriendo más que estos o con un poco de sentido común, y sobre todo, son todo lo contrario a los glamorosos cazadores de demonios que suelen aparecer en muchos de estos libros. Pero es original, divertido, y mucho mejor escrito que series de fantasía más conocidos. Si el autor vuelve a tomarse su tiempo y escribir un tercer libro con la misma calidad, no dudaría en leerlo en cuanto saliera.


Glynn James. Diary of the Displaced. El protagonista de la historia se despierta, sin saber cómo ha llegado hasta allí, en un lugar desconocido, muy parecido a un vertedero, o peor, a una ciudad arrasada en la que encuentran automóviles, objetos abandonados, e incluso restos de gente que vivió en las ruínas. A la dificultad de encontrar comida y agua se le suma un enorme animal con aspecto de lobo, que se convertirá en su compañero, y las criaturas que viven (es un decir) allí: desde zombies realmente grotescos hasta engendros con más tentáculos que un monstruo creado por Lovecraft, hasta un fantasma que irá sirviendo de guía al protagonista. El libro, en forma de diario escrito por él, sigue sus pasos intentando sobrevivir día a día, encontrar la razón por la que ha llegado a ese lugar, y sobre todo, la forma de salir de allí.

He de reconocer que con todo lo que aparecía junto y revuelto en el libro, empecé a plantearme si no estaría ante la Mejor Historia Jamás Inventada: zombies, engendros lovecraftianos, monstruos a puntapala, y un punto de partida sin mucho sentido. Porque aunque no me haya coincidido de hablar de ningún libro o película sobre el tema, también me gustan las historias en las que los protagonistas se encuentran en una situación desconocida sin memoria de lo que ha pasado, como pudo ser Cube o La Metamorfosis. Igual es que me recuerda al desconcierto de mi primer día de instituto: no tenía ni idea de cómo había llegado allí, no veía la hora de volverme a casa y hasta me perdí un par de veces en los pasillos. Vamos, que interés por el tema siempre queda, y si el autor sabe llevarlo bien, puede salir una novela francamente interesante.

En el caso de Glynn James, no se complica mucho la vida a la hora de escribir: el estilo es muy lineal y correcto, conservando la forma de diario, y se centra sobre todo en describir el mundo donde se encuentra el protagonista y sus monstruos. Hay una visión muy detallada del primer lugar donde despierta, y a la hora de hablar de los zombies, se nota esfuerzo a la hora de presentar un bicho lo bastante podrido como para que llame la atención, aún con un lenguaje bastante sencillo.

El Diario de los Desplazados no termina, sino que hay una segunda parte y hasta una tercera, pendiente de aparecer, aunque estas, previo pago. Si se mantiene el mismo nivel que en el primer libro, su autor hace bien en pedir dinero a cambio.

2 comentarios:

satrian dijo...

Bien, bien, primigenios o algo parecido, le echaré un vistazo.

Renaissance dijo...

Este, y John Dies at the End, unas lecturazas.

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